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Archive for the ‘CONOCIMIENTO OLVIDADO-AMNESIA COLECTIVA’ Category

Extraño comportamiento de un nutrido grupo de objetos sobre Madrid. Estos objetos giraban sin cesar mientras uno o dos volaban en sentido contrario, lo cual parece descarta que el movimiento estuviese producido por el viento.
Testimonio:«Me ha causado cierta curiosidad el mirar al cielo y descubrir un suceso que me parece al menos novedoso o curioso, no sé realmente lo que es, no sé si son pájaros, porque no puedo apreciar movimiento de alas, que cada quién juzgue como crea conveniente, sin embargo lo he subido a ver si alguien puede interesarse en el caso. Sábado 14:10, 08-12-12»
Este vídeo fue realizado desde la Localidad de Pinto, parque Juan Carlos primero, Madrid. Lo curioso de este acontecimiento es que otros amigos también vieron lo mismo, nada más que el siguiente día, aproximadamente a la misma hora

Fuentes:

http://ovnisultimahora2.blogspot.com/
http://www.youtube.com/user/soywedspolk

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Reciente investigación científica confirma que el cerebro humano se comporta de la misma forma que el universo; al parecer las personas somos metáforas vivas del cosmos.

Como es arriba, es abajo

Hermes Trimegisto

Todo aquel que haya dedicado algo de tiempo a observar la naturaleza habrá notado que existen ciertos ‘arquetipos estructurales’ que moldean múltiples formas de nuestro entorno. Como una especie de ecos dinámicos, autoreplicantes, encontramos un sinnúmero de ejemplos que nos remiten a la íntima sintonía que une al microcosmos con el macrocosmos. Y sin duda la más majestuosa de estas manifestaciones, al menos para un ser humano, es la proyección analógica entre nuestro cerebro y el universo. 

Si bien está relación micro-macro había sido advertida hace siglos en distintas tradiciones místicas, por ejemplo el Hermetismo, no fue hasta  2006 que un grupo de investigadores confirmó la intrigante semejanza que existe entre una red neuronal y un cúmulo de galaxias. Y este equipo de astrofísicos incluso sugirió la posibilidad de que el cerebro humano y los cúmulos se desdoblaran de manera similar. Es decir, no solo había una marcada semejanza en la estructura, sino también en el funcionamiento.   

La mística siempre un paso adelante de la ciencia

Como ya hemos mencionado antes, resulta fascinante comprobar que muchos de los más espectaculares descubrimientos que la ciencia logra en años recientes, ya eran advertidos por ancestrales tradiciones místicas. El espejeante vínculo entre lo micro y lo macro era ya sintetizado explícitamente en una de las líneas de la Tabla Esmeralda –probablemente redactada por Hermes Trismigestus–, la cual aparece citada al inicio de este artículo. Esta premisa deriva en uno de los principios herméticos, la Ley de Correspondencia, y de algún modo termina resonando con la estructura holográfica, en la cual el todo está contenido en cada parte, y viceversa.

Pero no solo entre los adeptos de Hermes encontramos antecedentes directos a esta relación, también la escuela tántrica enfatizaba en esta proyección de correspondencia, y lo mismo sucede con algunos preceptos astrológicos. Incluso esa popular sentencia bíblica que afirma en palabras de Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”. En síntesis, podríamos afirmar que  la mística va,  siempre, un paso adelante de la ciencia –aunque no por ello deja de resultar excitante cuando el conocimiento científico comprueba alguna de las verdades trascendentales–.

Nuevas pruebas

En un estudio reciente, publicado por la revista Nature, dentro de su apartado de Reportes Científicos, se comprueba que los diálogos eléctricos que sostienen las células del cerebro humano forman una réplica de las figuras que adoptan las galaxias al expanderse. Lo anterior, llevado a un plano aún más ambicioso, podría confirmar que el protocolo bajo el cual un sistema crece, concepto conocido como ‘dinámicas de crecimiento natural’, es el mismo en cualquier tipo de red, independientemente de que se trate de nuestro cerebro, el universo, las redes de colaboración entre individuos de un grupo social, o el propio Internet –nótese que este ineludible eco  no solo envuelve a los sistemas naturales, también a los modelos artificiales–. 

Esta investigación, que fue realizada por un grupo de científicos de la Universidad de California San Diego, representa una provocación directa al estudio científico de la naturaleza, ya que advierte importantes limitaciones propias de las perspectiva con la que la ciencia aborda el entorno original. “Para un físico es una señal inmediata de que hay algo que falta en nuestro entendimiento sobre como funciona la naturaleza” advierte Dimitri Kroukov, co-autor del estudio, ante la causal correspondencia entre la forma de desenvolverse de nuestro cerebro y la del universo.  

 

La unidad como protocolo universal

Al parecer podríamos estar acercándonos a una especie de protocolo único que rige el comportamiento de cualquier sistema, desde el infinito universo hasta la minúscula actividad celular. Y curiosamente, en caso de confirmarse esta máxima, estaríamos percibiendo el eco del más contundente de los principios ligados a lo divino: la unidad.   

¿Pero cuál es ese código detrás de la correspondencia entre la figura de un óvulo fecundado y la del sol envuelto rachas de gran actividad? ¿Qué clase de ritmos arquetípicos modelan a semejanza un embrión humano y la superficie lunar? ¿Se trata acaso del coqueteo de la ciencia con el hallazgo de ese lenguaje impreso en las manchas del jaguar que Tzinacán terminaría por descubrir? La respuesta a estas interrogantes, como la esencia misma del universo, es incierta. Sin embargo, parece cada vez menos excéntrico el acuñar términos lúdicos, como ‘cerebro celestial’ o ‘galaxias cromosómica’. Y por ahora baste saber  que nuestro cerebro, las realidades que se proyectan a partir de nuestra mente, y por lo tanto nosotros mismos, somos una metáfora viva del cosmos. 

Solo me resta recordarte que tu cerebro, y el mío, podrían bien ser, simultáneamente, el universo.

 Twitter del autor: @paradoxeparadis 

Fuente Pijamasurf

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La física moderna dice “tú si puedes”

Durante décadas, los poderes de la mente han sido cuestiones asociadas al mundo “esotérico”, cosas de locos. La mayor parte de la gente desconoce que la mecánica cuántica, es decir, el modelo teórico y práctico dominante hoy día en el ámbito de la ciencia, ha demostrado la interrelación entre el pensamiento y la realidad. Que cuando creemos que podemos, en realidad, podemos. Sorprendentes experimentos en los laboratorios más adelantados del mundo corroboran esta creencia.

El estudio sobre el cerebro ha avanzado mucho en las últimas décadas mediante las “tomografías”. Conectando electrodos a este órgano, se determina donde se produce cada una de las actividades de la mente. La fórmula es bien sencilla: se mide la actividad eléctrica mientras se produce una actividad mental, ya sea racional, como emocional, espiritual o sentimental y así se sabe a qué área corresponde esa facultad.

Estos experimentos en neurología han comprobado algo aparentemente descabellado: cuando vemos un determinado objeto aparece actividad en ciertas partes de nuestro cerebro… pero cuando se exhorta al sujeto a que cierre los ojos y lo imagine, la actividad cerebral es ¡idéntica! Entonces, si el cerebro refleja la misma actividad cuando “ve” que cuando “siente”, llega la gran pregunta: ¿cuál es la Realidad? “La solución es que el cerebro no hace diferencias entre lo que ve y lo que imagina porque las mismas redes neuronales están implicadas; para el cerebro, es tan real lo que ve como lo que siente”, afirma el bioquímico y doctor en medicina quiropráctica, Joe Dispenza en el libro “¿y tú qué sabes?”. En otras palabras, que fabricamos nuestra realidad desde la forma en que procesamos nuestras experiencias, es decir, mediante nuestras emociones.

El valioso vacío atómico

Aunque ya los filósofos griegos especularon con su existencia, el átomo es una realidad científica desde principios de siglo XX. La física atómica dio paso a la teoría de la relatividad y de ahí, a la física cuántica. En las escuelas de todo el mundo se enseña hoy día que el átomo está compuesto de partículas de signo positivo (protones) y neutras (neutrones) en su núcleo y de signo negativo (electrones) girando a su alrededor. Su organización recuerda extraordinariamente a la del Universo, unos electrones (planetas) girando alrededor de un sol o núcleo (protones y neutrones). Lo que la mayoría desconocíamos es que la materia de la que se componen los átomos es prácticamente inexistente. En palabras de William Tyler, profesor emérito de ingeniería y ciencia de la materia en la universidad de Stanford, “la materia no es estática y predecible. Dentro de los átomos y moléculas, las partículas ocupan un lugar insignificante: el resto es vacío”.

En otras palabras, que el átomo no es una realidad terminada sino mucho más maleable de lo que pensábamos. El físico Amit Goswani es rotundo: “Heinsenberg, el codescubridor de la mecánica cuántica, fue muy claro al respecto; los átomos no son cosas, son TENDENCIAS. Así que, en lugar de pensar en átomos como cosas, tienes que pensar en posibilidades, posibilidades de la consciencia. La física cuántica solo calcula posibilidades, así que la pregunta viene rápidamente a nuestras mentes, ¿quién elige de entre esas posibilidades para que se produzca mi experiencia actual? La respuesta de la física cuántica es rotunda: La conciencia está envuelta, el observador no puede ser ignorado”.

La farmacia del cerebro

En un pequeño órgano llamado hipotálamo se fabrican las respuestas emocionales. Allí, en nuestro cerebro, se encuentra la mayor farmacia que existe, donde se crean unas partículas llamadas “péptidos”, pequeñas secuencias de aminoácidos que, combinadas, crean las neurohormonas o neuropéptidos. Ellas son las responsables de las emociones que sentimos diariamente. Según John Hagelin, profesor de física y director del Instituto para la ciencia, la tecnología y la política pública de la Universidad Maharishi, dedicado al desarrollo de teorías del campo unificado cuántico: “hay química para la rabia, para la felicidad, para el sufrimiento, la envidia…”

En el momento en que sentimos una determinada emoción, el hipotálamo descarga esos péptidos, liberándolos a través de la glándula pituitaria hasta la sangre, que conectará con las células que tienen esos receptores en el exterior. El cerebro actúa como una tormenta que descarga los pensamientos a través de la fisura sináptica. Nadie ha visto nunca un pensamiento, ni siquiera en los más avanzados laboratorios, pero lo que sí se ve es la tormenta eléctrica que provoca cada mentalismo, conectando las neuronas a través de las “fisuras sinápticas”.

Cada célula tiene miles de receptores rodeando su superficie, como abriéndose a esas experiencias emocionales. La Dra. Candance Pert, poseedora de patentes sobre péptidos modificados, y profesora en la Universidad de Medicina de Georgetown, lo explica así: “Cada célula es un pequeño hogar de conciencia. Una entrada de un neuropéptido en una célula equivale a una descarga de bioquímicos que pueden llegar a modificar el núcleo de la célula”.

Nuestro cerebro crea estos neuropéptidos y nuestras células son las que se acostumbran a “recibir” cada una de las emociones: ira, angustia, alegría, envidia, generosidad, pesimismo, optimismo… Al acostumbrarse a ellas, se crean hábitos de pensamiento. A través de los millones de terminaciones sinápticas, nuestro cerebro está continuamente recreándose; un pensamiento o emoción crea una nueva conexión, que se refuerza cuando pensamos o sentimos “algo” en repetidas ocasiones. Así es como una persona asocia una determinada situación con una emoción: una mala experiencia en un ascensor, como quedarse encerrado, puede hacer que el objeto “ascensor” se asocie al temor a quedarse encerrado. Si no se interrumpe esa asociación, nuestro cerebro podría relacionar ese pensamiento- objeto con esa emoción y reforzar esa conexión, conocida en el ámbito de la psicología como “fobia” o “miedo”.

Todos los hábitos y adicciones operan con la misma mecánica. Un miedo (a no dormir, a hablar en público, a enamorarse) puede hacer que recurramos a una pastilla, una droga o un tipo de pensamiento nocivo. El objetivo inconsciente es “engañar” a nuestras células con otra emoción diferente, generalmente, algo que nos excite, “distrayéndonos” del miedo. De esta manera, cada vez que volvamos a esa situación, el miedo nos conectará, inevitablemente, con la “solución”, es decir, con la adicción. Detrás de cada adicción (drogas, personas, bebida, juego, sexo, televisión) hay pues un miedo insertado en la memoria celular.

La buena noticia es que, en cuanto rompemos ese círculo vicioso, en cuanto quebramos esa conexión, el cerebro crea otro puente entre neuronas que es el “pasaje a la liberación”. Porque, como ha demostrado el Instituto Tecnológico de Massachussets en sus investigaciones con lamas budistas en estado de meditación, nuestro cerebro está permanentemente rehaciéndose, incluso, en la ancianidad. Por ello, se puede desaprender y reaprender nuevas formas de vivir las emociones.

Mente creadora

Los experimentos en el campo de las partículas elementales han llevado a los científicos a reconocer que la mente es capaz de crear. En palabras de Amit Goswani, profesor de física en la universidad de Oregón, el comportamiento de las micropartículas cambia dependiendo de lo que hace el observador: “cuando el observador mira, se comporta como una onda, cuando no lo hace, como una partícula”. Ello quiere decir que las expectativas del observador influyen en la Realidad de los laboratorios… y cada uno de nosotros está compuesto de millones de átomos.

Traducido al ámbito de la vida diaria, esto nos llevaría a que nuestra Realidad es, hasta cierto punto, producto de nuestras propias expectativas. Si una partícula (la mínima parte de materia que nos compone) puede comportarse como materia o como onda… Nosotros podemos hacer lo mismo.

La realidad molecular

Los sorprendentes experimentos del científico japonés Masaru Emoto con las moléculas de agua han abierto una increíble puerta a la posibilidad de que nuestra mente sea capaz de crear la Realidad. “Armado” de un potente microscopio electrónico con una diminuta cámara, Emoto fotografió las moléculas procedentes de aguas contaminadas y de manantial. Las metió en una cámara frigorífica para que se helaran y así, consiguió fotografiarlas.

Lo que encontró fue que las aguas puras creaban cristales de una belleza inconmensurable, mientras que las sucias, sólo provocaban caos. Más tarde, procedió a colocar palabras como “Amor” o “Te odio”, encontrando un efecto similar: el amor provocaba formas moleculares bellas mientras que el odio, generaba caos. Por último, probó a colocar música relajante, música folk y música thrash metal, con el resultado del caos que se pudieron ver en las fotografías. La explicación biológica a este fenómeno es que los átomos que componen las moléculas (en este caso, los dos pequeños de Hidrógeno y uno grande de Oxígeno) se pueden ordenar de diferentes maneras: armoniosa o caóticamente. Si tenemos en cuenta que el 80% de nuestro cuerpo es agua, entenderemos cómo nuestras emociones, nuestras palabras y hasta la música que escuchamos, influyen en que nuestra realidad sea más o menos armoniosa. Nuestra estructura interna está reaccionando a todos los estímulos exteriores, reorganizando los átomos de las moléculas.

¿Qué realidad prefieres?

El ya famoso experimento con la molécula de fullerano del doctor Anton Zeillinger, en la Universidad de Viena, testificó que los átomos de la molécula de fullerano (estructura atómica que tiene 60 átomos de cárbón) eran capaces de pasar por dos agujeros simultáneamente. Este experimento “de ciencia ficción” se realiza hoy día con normalidad en laboratorios de todo el mundo con partículas que han llegado a ser fotografiadas. La realidad de la bilocación, es decir, que “algo” pueda estar en dos lugares al mismo tiempo, es algo ya de dominio público, al menos en el ámbito de la ciencia más innovadora. Jeffrey Satinover, ex presidente de la fundación Jung de la universidad de Harvard y autor de libros como “El cerebro cuántico” y “El ser vacío”, lo explica así: “ahora mismo, puedes ver en numerosos laboratorios de Estados Unidos, objetos suficientemente grandes para el ojo humano, que están en dos lugares al mismo tiempo, e incluso se les puede sacar fotografías. Yo creo que mucha gente pensará que los científicos nos hemos vuelto locos, pero la realidad es así, y es algo que todavía no podemos explicar”.

Quizás porque algunos piensen que la gente “de a pie” no va a comprender estos experimentos, los científicos todavía no han conseguido alertar a la población de las magníficas implicaciones que eso conlleva para nuestras vidas, aunque las teorías anejas sí forman parte ya del dominio de la ciencia divulgativa.

Seguramente la teoría de los universos paralelos, origen de la de la “superposición cuántica”, es la que ha conseguido llegar mejor al gran público. Lo que viene a decir es que la Realidad es un número “n” de ondas que conviven en el espacio-tiempo como posibilidades, hasta que UNA se convierte en Real: eso será lo que vivimos. Somos nosotros quienes nos ocupamos, con nuestras elecciones y, sobre todo, con nuestros pensamientos (“yo sí puedo”, “yo no puedo”) de encerrarnos en una realidad limitada y negativa o en la consecución de aquellas cosas que soñamos. En otras palabras, la física moderna nos dice que podemos alcanzar todo aquello que ansiamos (dentro de ese abanico de posibilidades- ondas, claro).

En realidad, los descubrimientos de la física cuántica vienen siendo experimentados por seres humanos desde hace milenios, concretamente, en el ámbito de la espiritualidad. Según el investigador de los manuscritos del Mar Muerto, Greg Braden, los antiguos esenios (la comunidad espiritual a la que, dicen, perteneció Jesucristo) tenían una manera de orar muy diferente a la actual. En su libro “El efecto Isaías: descodificando la perdida ciencia de al oración y la plegaria”, Braden asegura que su manera de rezar era muy diferente a la que los cristianos adoptarían. En lugar de pedir a Dios “algo”, los esenios visualizaban que aquello que pedían ya se había cumplido, una técnica calcada de la que hoy se utiliza en el deporte de alta competición, sin ir más lejos. Seguramente, muchos han visto en los campeonatos de atletismo cómo los saltadores de altura o pértiga realizan ejercicios de simulación del salto: interiormente se visualizan a sí mismos, ni más ni menos que realizando la proeza. Esta técnica procede del ámbito de la psicología deportiva, que ha desarrollado técnicas a su vez recogidas del acervo de las filosofías orientales. La moderna Programación Neurolingüística, usada en el ámbito de la publicidad, las relaciones públicas y de la empresa en general, coincide en recurrir al tiempo presente y a la afirmación como vehículo para la consecución de los logros. La palabra sería un paso más adelante en la creación de la Realidad, por lo que tenemos que tener cuidado con aquello que decimos pues, de alguna manera, estamos atrayendo esa realidad..

La búsqueda científica del alma

En las últimas décadas, los experimentos en el campo de la neurología han ido encaminados a encontrar donde reside la conciencia. Fred Alan Wolf, doctor en física por la universidad UCLA, filósofo, conferenciante y escritor lo explica así en “¿Y tú qué sabes?” de la que se espera la segunda parte en pocos meses: “Los científicos hemos tratado de encontrar al observador, de encontrar la respuesta a quién está al mando del cerebro: sí, hemos ido a cada uno de los escondrijos del cerebro a encontrar el observador y no lo hemos hallado; no hemos encontrado a nadie dentro del cerebro, nadie en las regiones corticales del cerebro pero todos tenemos esa sensación de ser el observador”. En palabras de este científico, las puertas para la existencia del alma están abiertas de par en par: “Sabemos lo que el observador hace pero no sabemos quién o qué cosa es el observador”.

Hoy recuperadas por la física cuántica, muchas de estas afirmaciones eran conocidas en la Antigüedad, como en el caso del “Catecismo de la química superior”, de Karl von Eckartshausen.

Cuadro 1 – Nuestro cerebro: un ordenador que procesa información

A cada segundo, en una vida como la moderna llena de estímulos: nos bombardean enormes cantidades de información. El cerebro solo procesa una mínima cantidad de ella: 400 mil millones de bits de información por segundo. Los estudios científicos han demostrado que sólo somos conscientes de 2.000 mil de esos bits, referidos al medio ambiente, el tiempo y nuestro cuerpo. Así pues, lo que consideramos la Realidad, es decir, aquello que vivimos, es sólo una mínima parte de lo que en realidad está ocurriendo. ¿Cómo se filtra toda esa información?

A través de nuestras creencias: El modelo de lo que creemos acerca del mundo, se construye desde lo que sentimos en nuestro interior y de nuestras ideas. Cada información que recibimos del exterior se procesa desde las experiencias que hemos tenido y nuestra respuesta emocional procede de estas memorias. Por eso, los malos recuerdos nos impulsan a caer en los mismos errores.

Cuadro 2: Cómo romper con esos malos hábitos del pensamiento

El cerebro crea esas redes a partir de la memoria: ideas, sentimientos, emociones. Cada asociación de ideas o hechos, incuba un pensamiento o recuerdo en forma de conexión neuronal, que desemboca en recuerdos por medio de la memoria asociativa. A una sensación o emoción similar, reaparecerá ese recuerdo en forma de idea o pensamiento. Hay gente que conecta “amor” con “decepción” o “engaño”, así que cuando vaya a sentir amor, la red neuronal conectará con la emoción correspondiente a cómo se sintió la última vez que lo sintió: ira, dolor, rabia, etc. Según Joe Dispenza “si practicamos una determinada respuesta emocional, esa conexión sináptica se refuerza y se refuerza. Cuando aprendemos a “observar” nuestras reacciones y no actuamos de manera automática, ese modelo se rompe”. Así pues, aprender a “ver” esas asociaciones es la mejor manera de evitar que se repitan: la llave es la conciencia.

Cuadro 3: La mecánica de la erección

La mejor metáfora del pensamiento creador es el miembro masculino. Una sola fantasía sexual, es decir, un pensamiento erótico, es capaz de producir una erección, con toda la variedad de glándulas endocrinas y hormonas que participan en ello. Nada hay fuera de la mente del hombre pero, sin embargo, se produce un torbellino hormonal que desemboca en un hecho físico palpable. En el lado femenino, también el poder del pensamiento asociado al erotismo se convierte a menudo en hechos físicos, demostrando la capacidad del pensamiento para crear situaciones placenteras… o adictivas. Los más firmes defensores del poder de la visualización llegan a proponer que se puede obtener a través de ella casi todo lo que deseamos.

¿QUE ES UNA ONDA DE FORMA?

Muchos científicos y físicos cuánticos reconocen el poder de transmisión en cualquier forma simple geométrica o como un diseño ondulado de un rastro de energía, es una ONDA DE FORMA simple. Puede tener un patrón geométrico o puede ser un gesto de pincel simple como una onda que contiene el significado completo, la intención y la energía de un momento dado de intensidad mientras da forma a la realidad y puede tener en su ser todas las cualidades que lo crearon. Es una semilla de fractal energético que dada la situación correcta continuará su crecimiento y multiplicándose. Éstas son modelos y formas que crean la energía y transmiten los patrones específicos, del pensamiento, nosotros hemos estado usándolos en los templos, las iglesias, logotipos, publicidad y podemos reconocer inmediatamente la armonía y desarmonia en ellos. Ciertos modelos de la geometría sagrada parecen actuar recíprocamente con su entorno armonizando y estabilizando sus moléculas, como si organizara los átomos y electrones. Puede significar que un cierto diseño de geometría YANTRA de ENERGÍA puede polarizar las partículas e incluso podría purificar el agua, aumentando las cualidades y la armonía en su entorno.

Fuente DESPERTANDO A UNA NUEVA CONSCIENCIA

Tomado de  Maestroviejo’s Blog

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Las pruebas de la existencia del cielo: doctor de Harvard presenta “evidencia” de la vida después de la muerte

“El cielo es real”, sostiene el Dr. Eben Alexander, quien después de sufrir una experiencia cercana a la muerte, en la que su cerebro dejo de funcionar, ha regresado al mundo convencido de que existe una dimensión espiritual superior y de que la conciencia no depende del cerebro, existe más allá del cuerpo y de la muerte.

“Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado allí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿entonces, qué?”, Samuel Taylor Coleridge.

Las experiencias cercanas a la muerte son uno de los campos de investigación más interesantes de la neurociencia. En ellos se escinde una perspectiva dualista de la vida: para la mayoría de los científicos son un fenómeno que puede explicarse perfectamente a través de la física (la divinidad y lo espiritual es una experiencia conceptual generada por el cerebro); pero las personas que han experimentado estos encuentros cercanos con la muerte, acaso arrasados por la fuerza intransferible de la experiencia, poco escuchan las voces calificadas de los hombres de bata blanca y, seducidos por la belleza de sus visiones, prontamente afirman una realidad espiritual más allá de la muerte.

La muerte es una frontera epistemológica, un poco de la misma forma que un agujero negro, en tanto a que es difícil (o algunos consideran imposible) extraer información de ella. Como un túnel de la conciencia del cual no podemos regresar –más allá del olvido que presupone la teoría de la reencarnación o de los torpes balbuceos de la fantasmagoría– la muerte se presenta como el máximo enigma de la existencia: el silencio en un universo hecho de información donde todo habla. Sin embargo, tal vez algunas personas puedan cruzar está frontera y regresar para contar –el secreto que no debe ser revelado. Esto es, morir por un momento –pero no morir– para ver lo que le sucede a la conciencia sin el cuerpo. 

Existen miles de relatos que sugieren una especie de campo arquetípico que se activa al coquetear con la muerte –en la suspensión de las funciones corporales–; pero quizás ninguno ha cobrado la importancia (y polémica) que la que ha presentado recientemente el neurocirujano de la Universidad de Harvard, Eben Alexander. El Dr. Alexander ha escrito un libro Proof of Heaven: A Neurosurgeon’s Near Death Experience and Journey into the Afterlife y una versión condensada de su experiencia ha sido destacada en la portada de Newsweek (una de las últimas ediciones impresas de esta emblemática revista). Lo extraordinario del caso, evidentemente, es que vemos a un científico reconocido dentro del mundo de la academia decantarse sin titubeos por una explicación metafísica de las experiencias cercanas de la muerte.  Y aunque en ocasiones es un tanto snob e inmerecido otorgar un valor añadido a lo que dice una persona –sólo por estar legitimado por un sistema de conocimiento como la ciencia–, lo cierto es que solemos darle una mayor relevancia a las palabras de alguien como el Dr. Alexander que a las de, por ejemplo, una vieja mujer religiosa de algún pueblo del Medio Oeste de Estados Unidos que dice haber visto a Dios en los segundos en los que su corazón se detuvo.

La narración del Dr. Alexander inicia justamente dirigiéndose a los escépticos:

Como neurocirujano, yo no creía en el fenómeno de experiencias cercanas a la muerte. Entiendo lo que le sucede al cerebro cuando una persona está cerca de la muerte, y siempre creí que existía una explicación científica adecuada para las visiones celestiales extracorporales descritas por aquellos que estrechamente escaparon de la muerte.

En el otoño del 2008, sin embargo, después de 7 días  en coma en los que la parte humana de mi cerebro, el neocórtex, estaba desactivado, experimenté algo tan profundo que me otorgó una razón científica para creer en la conciencia después de la muerte.

Todas los argumentos principales en contra de las experiencias cercanas a la muerte sugieren que estas experiencias son el resultado de un mínimo, transitorio o parcial malfuncionamiento del córtex. Mi experiencia cercana a la muerte, sin embargo, no sucedió cuando mi córtex estaba malfuncionando, sino cuando simplemente estaba apagado. Según nuestro entendimiento actual de la mente y del cerebro, no existe de ninguna manera forma en la que podría haber experimentado incluso la más mínima y oscura conciencia durante mi coma, mucho menos la odisea coherente e hipervívida que atravese.

Mientras que mis neuronas estaban ofuscadas en completa inactividad por la bacteria que las había atacado, mi conciencia libre-de-cerebro viajó a otra dimensión más grande del universo: una dimensión que nunca soñé que existía.

Después de estas introducción en la que Alexander busca justificar dentro de un paradigma epistemológico su experiencia siguen las mieles de un poética descripción de sus visiones de ultramundo. Reminiscencias de las visiones de Dante, Blake y Swedenborg y por momentos también de los cielos modernos visitados por psiconautas bajo la influencia de sustancias psicodélicas como el DMT (generado naturalmente en el cerebro humano y según algunos especialmente durante el momento del nacimiento y de la muerte).

Al prinicpio de mi aventura, estaba en un lugar lleno de nubes. Grandes y frondosas nubes blancas y rosas que relucían drásticamente contra el cielo azul-negro. Más alto que las nubes –inconmensurablemente alto- parvadas de luminosos seres diáfanos arqueaban a lo largo y ancho del cielo, dejando banderolas detrás de ellos. Formas superiores.

Más raro aún. Por la mayor parte de mi travesía, alguien más estaba conmigo. Una mujer. Ella era joven, y la recuerdo en completo detalle. Tenía pómulos pronunciados y ojos de un azul profundo. Trenzas doradas emarcaban su hermoso rostro. Cuando la vi por primera vez, estabamos deslizándonos juntos en una superficie de patrones intrincados que después de un momento reconocí como las alas de una mariposa. De hecho, miles de mariposas estaban alrededor de nosotros –vastas olas aleteantes  de ellas, internándose en el bosque y resurgiendo de nuevo.

Sin usar palabras, ella me habló. El mensaje recorrió mi ser como un viento, e instantáneamente vi que era verdad. Lo supe de la misma forma que supe que el mundo que nos rodeaba era real –no algo fantasioso, pasajero e insubstancial.

El mensaje tenía tres partes,  y si lo tuviera que traducir al lenguaje terrenal, diría algo así:

“Eres amado y querido para siempre”.

“No tienes nada que temer”.

“No hay nada que puedas hacer que esté mal”.

Vemos aquí indudables imágenes simbólicas, recurrentes como arquetipos del subconsciente colectivo. La mariposa ligada al vuelo del alma (desdoblamiento de la diosa Psique).  La mujer, divina guía (madre, hermana y esposa) que en Dante cristalizó el sueño celeste; alquimia también de la polaridad que permite acceder a las dimensiones sutiles. Ángeles guardianes y pregoneros de una nueva y más alta realidad: transparentes puesto que son extensiones del cuerpo divino que mantiene su unidad en la luz.  Asimismo, como suelen desvelar las visiones del DMT, una clara noción del espacio fractal: las alas de la mariposa están hechas de miles de mariposas. Una descripción rica en símbolos y en referencias culturales, que, por otro lado, quizás ante el asombro, no conserva mucho rigor científico, suponiendo la realidad de algo solamente por la fuerza y claridad con la que se siente. Y aquí es que regresamos a esa escisión fundamental entre la razón y la emoción, entre aquello a lo que accedemos a través de lo meramente intelectual y aquello a lo que accedemos usando el sentimiento (acaso todos los sentidos en uno). Generalmente se considera que aquello avalado por el edificio de la razón se acerca con mayor fuerza a lo “verdadero”, pero esto ocurre solamente desde el frío promontorio del análisis a posteriori, la experiencia a casi todos nos dice que lo que sentimos se acerca más a la verdad que lo que pensamos: al menos tiene mayor fuerza, una fuerza inefable.

El viaje transceleste continúa:

Me movía constantemente hacia adelante y me descubrí entrando en un inmenso vacío, completamente oscuro, de tamaño infinito, e infinitamente confortante. Totalmente oscuro, como era, también rebosaba de luz: una luz que parecía emanar de un orbe brillante que ahora sentía a mi lado. El orbe era una especie de “interprete” entre yo y esa vasta presencia circundante.  Era como si estuviera naciendo a un mundo más grande, y el universo entero era como un vientre cósmico gigante, y el orbe (que sentía estaba de alguna manera conectado, o incluso era idéntico, a la mujer que montaba el ala de mariposa) me estaba guíando en el proceso.

Cada vez que preguntaba algo, las respuestas prorrumpían instantáneamente en explosiones de luz, color, amor y belleza que soplaba a través de mi como una ola  chocando contra la playa.

En este último pasaje Alexander se encuentra con lo que parece el fin de la dualidad, la conjunción de los opuestos. Él mismo cita al poeta Henry Vaughan “Hay en Dios, algunos dicen, una oscuridad deslumbrante”. Encontramos también la hipóstasis de la omnisciencia: un orbe que es una mujer que responde sus preguntas al instante –es decir que es él mismo: la conciencia universal.  

Eben Alexander, después de dejarse transportar por la riqueza descriptiva, intenta explicar científicamente lo sucedido:

La física moderna nos dice que el universo es una unidad –que yace indiviso.  Aunque aparentemente vivimos en un mundo de separación y diferencia, la física nos dice que detrás de la superficie, cada objeto y evento en el universo está completamente entretejido con cualquier otro objeto y evento. No hay verdadera separación.

He pasado décadas como neurocirujano en algunas de las instituciones más prestigiosas de este país. Sé que muchos de mis colegas mantienen –como yo lo hacía– la teoría de que el cerebro, y particularmente el córtex, genera la conciencia y que vivimos en un universo carente de toda emoción, mucho menos que vivimos en un universo de amor incondicional como el que ahora sé nos tienen Dios y el universo. Pero esa creencia, esa teoría, ahora yace rota a mis pies. Lo que me sucedió la destruyó, y mi intención es pasar el resto de mi vida investigando la verdadera naturaleza de la conciencia y dando a conocer a mis colegas científicos y a la gente en general el hecho de que somos muchísimo más que nuestros cerebros.

La unidad del universo, según argumenta Alexander, está dada por la física cuántica que señala que en los niveles constituyentes de la materia, todas las partículas están unidas en campos y sistemas de entrelazamiento: existe una interconexión fundamental entre todos los fenómenos de la naturaleza. Algunos especulan que la conciencia es ese campo cósmico unificador, puente entre la mecánica cuántica y la relatividad. Esta ciertamente no es la versión más popular dentro de la ciencia establecida. Como no lo ha sido el relato experiencial de Alexander. El famoso neurocientífico Sam Harris argumenta que simplemente no existe forma de corrobar verdaderamente que “su cerebro estaba apagado” (a lo cual Alexander responde con datos de sus registros neurológicos en el momento y llama a leer su libro donde supuestamente presenta eviencia clínica de lo sucedido). PZ Mayers, del popular blog Pharyngula dice de las visiones de Alexander “es mierda producida por daño cerebral”. 

El año pasado el campo de inevstigación de las experiencias cercanas a la muerte tuvo un notable co-descubrimiento cuando dos neurocientíficos formularon independientemente la teoría de que el fenómeno podía explicarse por una dilación temporal, esto es, en el particular estado en el que el cerebro se encuentra cuando está a punto de entrar en coma, puede ocurrir que un mircosegundo sea percibido como una extensión de tiempo mucho mayor. Las visiones que ocurren entonces, con todo su cariz espiritual, no serían más que el resultado de ese tiempo fractal elástico: es decir no un producto de la divinidad inherente sino de la relatividad del tiempo-espacio.

Personalmente no considero que la experiencia de Alexander sea una prueba contundente de la existencia de una dimensión celestial o de que la conciencia existe más allá de la muerte.  Su experiencia probablemente no difiera de la de miles de personas más que han tenido un desdoblamiento astral acercándose a la muerte, o sólo difiere en que esta le ocurrió a un científico respetado. De igual forma tampoco creo que la ciencia tenga argumentos irrefutables para afirmar que todo lo que ocurre en estas experiencias –o en algunos otros estados de conciencia elevada– sea solamente el resultado de una función cerebral alterada. Hemos explorado en algunos artículos anteriores la posibilidad de que la conciencia vaya más allá del cerebro, como sugieren las religiones orientales, y sea una especie de cama universal sobre la cual se desarrolla el sueño de la realidad. Esta es una de las grandes  interrogantes de la filosofía y de la ciencia moderna: la naturaleza de la conciencia. ¿Es esl cerebro la cúspide, la punta de lanza de este fenómeno? ¿O es apenas un órgano más, en una delirante casa de espejos, generado por esa misma conciencia para observarse a sí misma? ¿Conciencia más allá de la muerte, es este el verdadero polvo de la eternidad? ¿Qué es la conciencia? Saber que soy, pero también, ¿saber que no muero?

Twitter del autor: @alepholo

[Daily Beast]

Tomado de Pijamasurf

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Repetidos experimentos, avalados por numerosos científicos, han comprobado la existencia de fenómenos de percepción extrasensorial; sin embargo, el mainstream de la ciencia sigue rechazando a la telepatía, acaso víctima de un nuevo dogma, avatar de una estrecha visión religiosa.

La ciencia lleva la voz dominante de lo que es real en nuestra cultura. Su método de obtención de conocimientos, aparentemente objetivo y riguroso, se ha erigido como el más efectivo dentro de nuestro paradigma sociocultural. Sin embargo, como antes la religión, que tanto criticó, la ciencia ha construido una autoridad oficial que en ocasiones legisla a través del dogma.

Un caso que parece demostrar lo anterior es el de la telepatía o la percepción extrasensorial (ESP, en inglés). Como bien muestra Chris Carter, maestro por la Universidad de Oxford, en un reciente ensayo, existen numerosas pruebas científicas que comprueban la existencia de la telepatía y sin embargo ésta es considerada como una aberacción del pensamiento mágico insuperado por las conciencia primitivas que merodean las afueras de los laboratorios y las universidades.

Este prejuicio que pende sobre lo mal llamado “paranormal” tiene un larga historia, adoptado incluso por científicos tan reconocidos como Einstein, quien llamó despectivamente al fenómeno que hoy conocemos como entrelazamiento cuántico “spooky action at a distance” (“acción fantasmagórica a distancia”).  

Carter traza la historia del sesgo  (paradójicamente) irracional que existe en contra de la telepatía que recurrentemente se manifiesta en la ciencia. Por ejemplo, recientemente el famoso psicólogo escéptico Richard Wiseman admitió que la evidencia que se tiene de la telepatía es tan buena que “para los estándares de cualquier otra área de la ciencia está comprobada”. Carter trae a colación que esto viene sucediendo desde décadas atrás. El psicólogo Donald Hebb escribió en 1951:

¿Por qué no aceptamos la percepción extrasensorial como un hecho psicológico? Rhine ha ofrecido suficiente evidencia para convencernos  en casi cualquier otra cuestión. Personalmente, no aceptó la percepción extrasensorial porque no hace sentido. Mi criterio externo, tanto de física como de fisiología, dice que la la percepción extrasensorial no es un hecho pese a la evidencia de que ha sido reportada. No puedo ver que otra base tienen mis colegas para rechazarla. Rhine puede acabar estando en lo correcto, improbable como pienso que es, y mi propio rechazo de esta perspectiva es –en el sentido literal– prejuicio.

Cuatro años después, George Price, publicó un artículo en la prestigiosa revista Science:

Los creyentes en los fenómenos psíquicos… parecen haber dado con una decisiva victoria y virtualmente silenciado a la oposición. La victoria es el resultado de cuidadosa experimetación e inteligente argumentación. Docenas de experimentadores han obtenido pruebas positivas de percepción extrasensorial en experimentos, y los procedimientos matemáticos han sido aprobados por los más destacados estadísticos… Contra esta evidencia, casi la única defensa  que le queda al científico escéptico es la ignorancia.

George Price, del departamento de medicina de la Universidad de Minnesota, sin embargo, dijo que ya que la parapsicología y la ciencia moderna son incompatibles se debía rechazar la telepatía –como si el edificio de la ciencia moderna hubiera sido construido con oro solido y nada pudiera mancillarlo o derribarlo (o todo aquello que amenazara con hacer esto debería de ser marginado). 

Los anteriores ejemplos muestran claramente que  los escépticos consideraban que si la telepatía fuera un campo de investigación como los otros que investiga la ciencia, ya habría sido aceptada como una realidad. Sin embargo, por ser un caso especial se requiere “evidencia extraordinaria”. Pero esta evidencia extraordinaria contrasta con la experiencia ordinaria de miles y miles de personas que viven la telepatía como algo común en sus vidas cotidianas.

Curiosamente, según un par de encuestas citadas por Carter, incluso los físicos se inclinan en más de un 50% a creer que la telepatía existe, pero los psicólogos se inclinan a negar esta posibildad. 

Una de las principales razones por las que los científicos se oponen a la telepatía, pese a las pruebas experimentales, es que supuestamente, en palabras de Richard Dawkins “pone de cabeza las leyes de la física”. Pero esto, según Carter, en realidad solo aplica a la física clásica, y no a la física cuántica actual. No ocurre una contradicción con el  modelo de la física cuántica actual, en el que partículas subatómicas exhiben una conexión instantánea a distancia, lo que se conoce como entrelazamiento cuántico, repetidas veces probado en el laboratorio desde el seminal experimento de Alain Aspect en 1981.

En el esfuerzo de entender cómo funciona la telepatía desde un modelo científico es interesante revisar el trabajo de Rupert Sheldrake, quien no sólo ha realizado experimentos midiendo la telepatía humana y animal, sino que ha establecido una base teórica para entender la percepción extrasensorial, particularmente la transmisión psíquica de información a distancia. Sheldrake ha observado indirectamente la existencia de lo que llama “campos mórficos” o “campos morfogenéticos”, los cuales almacenan la memoria de una especie incorpóreamente. Sheldrake sugiere que los seres vivos entran en un estado de resonancia con estos campos –o con otros miembros de su especie– y  de esta forma reciben información puntual a distancia.

Quizás sería bueno recordarles a algunos científicos como las creencias religiosas en su momento fueron el enemigo principal del conocimiento… como la creencia en general va en detrimento de la inteligencia. Ya que su creencia en un modelo del mundo les impide observar sin filtros los datos experimentales que se contraponen a su visión de cómo son las cosas (una visión que es más un cómo deberían de ser las cosas). Todos proyectamos  nuestros pensamientos y creencias en el mundo, pero supuestamente la ciencia estaba libre de esto. Una ciencia que por otro lado ha descubierto que esa proyección, ese acto de observación con un instrumento, modifica la realidad observada.

[Reality Sandwich]

Tomado de Pijamasurf

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Hoy presentamos el video de los dos nuevos cuadros de Isabel Solchaga Echarte, que de manera artística expresa la actual Transición Cósmico-Planetaria.
 
El Espíritu del Árbol está Floreciendo

 
19 Hojas
El Espíritu del Árbol está Floreciendo y 19 Hojas son sus títulos.
 
A continuación un pequeño extracto de su contenido:
 
A través del Sol de Alcione, DIOS nos expande su LUZ por toda la galaxia con su energía de altísimo voltaje, y todo lo que entra en contacto con esa LUZ se transforma, iniciando un nuevo ciclo.
 
Todos los puntos blancos que vemos por el cuadro representan las partículas adamantinas de LUZ Divina de la Creación que DIOS nos envía y que producen el proceso de limpieza y purificación de cualquier energía distorsionante, llenando todo espacio con la LUZ del CREADOR…

Que disfruten del vídeo:

Sitios de contacto de Isabel:
Para los que aún no conozcáis a Isabel Solchaga Echarte, pulsa AQUÍ para saber de su historia:
 
Pulsa el siguiente enlace para más información sobre la actual Transición Cósmico-Planetaria:

Mensaje de la Actual Transición Cósmico-Planetaria

Fuente Preparémonos para el Cambio

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Ahora hace tres años que soñé que debía divulgar Las Leyes Universales. Así son llamados “Los 7 principios básicos que rigen el Universo” que plasmó Hermes Trismegisto en su obra “El Kybalión”. Desde ese momento empecé a gestionar el video en mi cabeza, y con el tiempo, lentamente, han ido apareciendo las personas necesarias para ofrecer las diferentes versiones que quería aportar, y a la vez, para explicarnos quién fue el Maestro Hermes Trismegisto, conocido también como Thot.

Yo definiría Las Leyes Universales como los conceptos básicos que todos tendríamos que conocer y que deberían enseñarnos ya desde el parvulario… para comprender cómo funcionan las cosas en este planeta y de qué va todo esto de vivir… A mí, su conocimiento me aporta tranquilidad de espíritu y calma. Una perspectiva diferente para observar los actos cotidianos. Otra manera de enfocar las cosas. Un espejo donde mirarme y empezar a conecerme.

Puesto que todo puede ser interpretado desde diversos puntos de vista, he contado con la participación de varios expertos. Cada uno de ellos conoce Las Leyes a través de diferentes circunstancias vitales. Josep Fábregas las conoce a través del estudio de la Ciencia Iniciática, Isabel de la Fuente a través de la videncia y el proceso conocido como Canalización, y Matías de Stefano, aunque pueda resultar extraño, a través del Recuerdo. Por último, el Doctor en Filosofía Octavi Piulats nos aporta el punto de vista académico, explicando quién se supone que fue el Maestro Hermes Trismegisto, la bibliografía que nos ha legado, y el contenido de su extensa y hermética obra.

LEY DEL MENTALISMO
Todo es mente

http://vimeo.com/47387619

LEY DE CAUSA Y EFECTO

http://vimeo.com/47818680

LEY DE CORRESPONDENCIA
Como es arriba, es abajo.

http://vimeo.com/48231590

LEY DE VIBRACION
Todo se mueve, todo vibra

http://vimeo.com/48679276

LEY DE POLARIDAD
Todo tiene dos polos

http://vimeo.com/49100857

LEY DEL RITMO
Todo fluye y refluye

http://vimeo.com/49562187

LEY DE GENERACIÓN
Todo tiene su principio masculino y femenino

http://vimeo.com/50006101

Fuente  ALISH

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